“La diferencia entre el antónimo y la negación de la negación de la legalidad, es la diferencia que existe entre el poder relativamente limitado y temporal de quienes incumplen la ley frente al poder ilimitado y duradero de quienes hacen la ley”.
Robert Makee
Muchxs respiramos aliviados el pasado viernes 27 de febrero cuando la Corte Constitucional (CC) decidió 7 a 2 declarar inexequible el referendo re-reeleccionista tramitado por la pandilla uribista y que estaba repleto de inconsistencias, errores, chanchullos, mentiras y demás; a pesar de todos los vicios, de forma o de fondo, muchxs dentro y fuera del gobierno daban por seguro que este ejercicio democrático con fines autoritarios seria legitimado por la CC, ya que el congreso -nido de ratas-, el Procurador -uribista ortodoxo-, dios -que según Uribe es uribista-, la patria y una parte del “pueblo” así lo habían hecho por anticipado invocando el invento fascista del estado de opinión.
Respire aliviado, es verdad, pero también es verdad que ese alivio se esfumo de mi mente cuando pensé en el futuro de Colombia. Ahora, solo tres días después del tan esperado desenlace, que tenia enredada la carrera por la presidencia y en vilo a una buena parte de los medios, los empresarios y la población, creo firmemente que hubiera sido mejor que pasara el referendo re-reeleccionista... que las triquiñuelas, gabelas, sobornos y amenazas siguieran hasta lograr colocarlo en la calle para que el pueblo se pronunciara con su voto; debo decir que después de esta confesión viene un ataque de optimismo porque creo que los colombianos, a pesar del bombardeo mediático y la falta de cultura política, se hubieran expresado de forma negativa y la posibilidad de que Uribe se presentara como candidato para una tercera presidencia hubiera zozobrado, gracias a la misma herramienta que él quiso utilizar para estar cuatro años más en la casa de Nariño y así, no solo se abría hundido ésta posibilidad sino todo su proyecto hipócrita y populista de la seguridad democrática, dejando el camino despejado para una nueva, sensata o diferente propuesta política para Colombia y su gente.
Lo anterior nunca lo sabremos. En cambio, Uribe ya no puede presentarse para aspirar a un tercer periodo como presidente, pero si puede dar continuidad a su idea de patria endosando a otro u otra todo su capital político. Como Uribe y algunos de sus más cercanos ideólogos creen que es un ser superior, no le van a dar el espaldarazo a alguien que le haga la competencia o que después de coronar la presidencia le diga mirándolo a la cara gracias y hasta pronto, no, se lo van a dar, al estilo Putin a alguien mediocre, que admire profundamente al patrón, que tenga poco carácter, inclinación a la corrupción y que por supuesto sea fácilmente manipulable y asustadizo ¿Para qué? Para que Uribe y su séquito puedan seguir gobernando, tras bambalinas, en el backstage, porque obviamente nuestro carismático presidente a pesar de que perdió una batalla aún cree que puede ganar la guerra y no solo porque este súper enganchado al Poder, sino porque el Poder protege.
Claro está que en política todo puede pasar y un escenario que me gustaría ver es en el cual los vasallos de Uribe en su afán de quedarse con el trono del rey se peleen tanto que las personas del común se den cuenta de lo miserables que son y decidan llevar a la presidencia a otro político. Esto seria el estadio perfecto, no solo por el cambio de aires en la presidencia, sino porque la influencia de Uribe en la vida política estaría en mínimos y así seria más sencillo emprender acciones legales ante la justicia nacional o internacional, para que sea juzgado por la corrupción que incentivo, por los asesinatos que se cometieron cuando estaba en el poder, por ocultar la verdad sobre el paramilitarismo con la extradición de sus jefes, por lo “falsos positivos”, por perseguir a sus contradictores, por vender afuera los recursos de Colombia y decir adentro que es un patriota, por querer convencer a la gente que el único y más grave problema de Colombia es la guerrilla, en fin, por ser quien es y hacer lo que hizo; a pesar de que muchos lo quieren y digan que ha sido el mejor presidente de Colombia, los hechos, las cifras, la realidad, dicen todo lo contrario, a pesar de que la manipulan sin escrúpulos.
Marcelo Arroyave
Sociólogo
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